Tienes algún problema que está ocupando todo tu tiempo mentalmente? Hay una situación en tu vida que recientemente te esta inquietando el corazón?
Dependencia se define como el estado mental y físico patológico en que una persona necesita un determinado estímulo para lograr una sensación de bienestar.
Si sientes un peso en tus hombros, estrés, dolor de cabeza o cansada física y emocionalmente, no estas dependiendo en Dios. Si no sientes paz en tu vida, no estas dependiendo de Dios.
Depende en el Señor atraves de la oración. Aclama a él. Exprésale tus preocupaciones, tus circunstancias, tus penas y temores. Después que aclames, confía que él ya tiene la solución pero no hagas como muchos hace que aclaman y aun tratan de buscar la solución al problema. No. Aclama y dile: “Señor muéstrame la solución.” Confía que en su tiempo la solución vendrá.
“Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu propia inteligencia.” (Proverbios 3:5)
Pero te preguntarás, ¿cómo puedo depender completamente del?
1. Aclama, Ora.
2. Coloca a Dios primero en todo aspecto de tu vida.
3. Cuando vengan las dudas y los pensamientos negativos, repréndelos y aclama al Señor pidiendo que te de las fuerzas para seguir confiando y dependiendo en él.
4. Refúgiate en las escrituras. Lee pasajes de motivación y historias de cómo los siervo de Dios dependieron y Dios proveyó.
Dependencia es un hábito y la llave para depender en el Señor es crear un hábito de confianza en Dios. Cuando quieras refugiarte en tu propio entendimiento, cuando las dudas y preocupaciones vengan, respira hondo tres veces y: aclama, reprende, y lee.
Llegará un momento en que pensamientos negativos no podrán estar en tu mente. Cuando ese momento llegue habrás creado un hábito de dependencia y con ese hábito vendrá paz y alojo.
Una escritora una vez escribió, “Cuando vas más allá de lo que quieres, lo que piensas y lo que sientes y haces lo que la Palabra y el Espíritu de Dios te dicen que hagas, puedes desarrollar buenos hábitos y romper los malos.”